miércoles, 10 de abril de 2013

¡Pachi Patas!

Pachi Patas es un panadero que vive en París. Todos los días lleva el pan al palacio real. Vive con unos parientes en el Paseo de Panamá. Lleva siempre un pañuelo rojo al cuello y una capa negra para no pasar frío...
Un día apacible de primavera, Pachi Patas paseaba por el parque con su amigo Pancho cuando apareció un pastor de patos que entraba en un bar. Era de otro país, Paraguay, y habló con Pamela y Paulina, las camareras, pidió pan para sus patos y unas patatas para él. Pancho y yo pensamos que era pacifico. Pasto y pan, eso se empapuzaban los patos, hasta que picotearon a todas las personas del bar. El pastor era muy patoso y daba patadas a los patos pero no pillaba a ninguno. No pagó y se fué. Yo perseguí al pastor pero no fuí el primero, Pancho también. El pastor se empotró contra un poste y después contra un palo, cogió un patinete prestado y intentaba parar a los patos que corrian por el pueblo, pero todos en pandilla. Yo soy muy impaciente y esperaba que pasara algo. Pancho se estaba partiendo de risa, no paraba, decía que era penoso. El pastor paró a los patos. Pancho y yo fuimos a jugar a la pelota, en una pista de deportes, pero era aburrido y nos pasamos al padel, y al ping-pong. Que dia más perfecto, Pancho y yo pasandolo bien en París. Pero tenia que volver a la panaderia, a repartir pan y a mirar pasar a la gente por la calle, o pasarela, como le llama Pablo, mi vecino.

miércoles, 3 de abril de 2013

Historia del puzle

Tengo una historia apasionante. Soy detective, me llamo Alexey Vólkov. Trabajo con un compañero, él se llama Rembrandt. Vivimos una experiencia muy divertida hace unos años. La historia empieza asi.
Estabamos ayudando a una chica francesa que vino a pedirnos ayuda, Claire Mountrouge. Nos dió el encargo de ir a una galeria de arte en París a una subasta donde el objeto subastado era, obviamente, un cuadro. Nos dijo que era muy valioso para ella, que nos daria el dinero y que sobretodo nadie podia saber que ella estraba detrás de esto o sino se metería en un lio enorme. Aceptamos. Así que yo me quedé en la oficina, revisando antiguos papeles, y Rembrandt se fué. Al dia siguiente quedamos a las seis de la tarde para ir a la subasta, pero Rembrandt no aparecia. Eran las siete cuando decidí ir sin él, era muy raro que se haya retarasado, y más que no avisara de ello. Entré en la galeria, y nada más entrar, me cojieron por la espalda y me llevaron a una habitación. Allí también estaba Rembrandt, sentado en una silla, atado a ella. Habían puesto a Rembrandt en un lugar vacío, donde habia un hombre con un  autorretrato más bien grasoso y con falta de los colores. Lo mostraba sospechosamente, reclinado en sus piernas, sobre sus pies. Tenia unas manos grandes, con un pulgar sucio, raro. En ese momento, entró una chica; se quedó quieta. El hombre no se movió, ni ella tampoco. La otra mano tenia un yeso, la que no tenia el dedo sucio, claro, ese hombre era extraño. Nos miraba mal, como si estubiera pensando en que somos delincuentes y él un policia. Al fin la mujer habló. Nos dijo que no habia subasta y que sis queriamos el cuadro, era nuestro. Nos dió instrucciones, yo dije que pagaba por adelantado. Su rostro se volvió malo, triste, de disgusto por la vida y de los que, como ella serian despediodos hoy por fallar la misión, por su bien, no podia pagar por adelantado. El hombre también. Pero tenía una dura alegría que era sospechosa, brillantes como gotas de rocío le caían unas lagrimas... No entendimos nada, pero logramos pagar por adelantado, conseguimos el cuadro, y acabamos la misión...
Una historia rara, MUY RARA...